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Cuando se trata de vacunas, ¿por qué se habla de "antiutilitarismo"?

No es moralmente correcto sacrificar a unos pocos por el bien de muchos.

Algunas personas pueden pensar que las vacunas son contrarias a sus convicciones morales. En consecuencia, las vacunas o su proceso de desarrollo son percibidas como una forma de promover comportamientos inmorales.

Las preocupaciones morales difieren de las religiosas porque, aunque la moralidad pueda derivarse de creencias religiosas, la fe no es una condición necesaria para desarrollar determinadas posturas morales. Por ejemplo, las personas pueden oponerse al aborto por razones morales sin apelar a creencias religiosas.

Las preocupaciones morales sobre las vacunas a menudo surgen en el contexto de la sexualidad. Por ejemplo, puede considerarse que la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH), el cual es transmitido sexualmente, fomenta la actividad sexual.

También pueden surgir preocupaciones morales en torno al uso de líneas celulares fetales o al supuesto maltrato de animales durante el proceso de desarrollo de vacunas.

Este tema suele invocarse en conjunción con visiones del mundo que ponen especial valor en las libertades individuales. Los argumentos suelen citar el pequeño riesgo de efectos secundarios adversos de las vacunas y afirman que no es moralmente correcto exigir a los individuos que asuman pequeños riesgos para lograr el beneficio de la inmunidad colectiva a nivel de la población general.

¿Qué hay de verdad en ello?

La vacunación implica un pequeño riesgo de efectos secundarios, aunque la gran mayoría de ellos son leves. Los efectos adversos más graves son raros y los reguladores evalúan el riesgo de que se produzcan frente al riesgo de contraer la enfermedad. Incluso las personas sanas pueden enfermar gravemente a causa de enfermedades infecciosas. Afortunadamente, las vacunas han demostrado ser seguras y eficaces, y presentan un riesgo muy bajo de efectos secundarios adversos para la mayoría de las personas, por lo que podemos vacunarnos de forma segura para proteger a aquellos que son vulnerables a padecer enfermedades graves.

¿Qué podría decirle a alguien con esta creencia?

El diálogo entre pacientes y profesionales sanitarios resulta más productivo si se basa en la empatía, ofreciendo al paciente la oportunidad de afirmar las razones que subyacen a sus creencias y expresando comprensión respecto a ellas. Debido a ello, es importante comprender las raíces actitudinales que subyacen a las opiniones que manifiestan las personas. Afirmar la raíz actitudinal subyacente de una persona no significa que tengamos que estar de acuerdo con los detalles de sus argumentos. Por ejemplo, podemos reconocer que:

La vacunación implica un pequeño riesgo de efectos secundarios, aunque la gran mayoría de ellos son leves. Los efectos adversos más graves son raros y los reguladores evalúan el riesgo de que se produzcan frente al riesgo de contraer la enfermedad. Incluso las personas sanas pueden enfermar gravemente a causa de enfermedades infecciosas. Afortunadamente, las vacunas han demostrado ser seguras y eficaces, y presentan un riesgo muy bajo de efectos secundarios adversos para la mayoría de las personas, por lo que podemos vacunarnos de forma segura para proteger a aquellos que son vulnerables a padecer enfermedades graves.



Una vez hayamos generado un contexto propicio mediante esta afirmación parcial, podemos proceder a corregir la creencia errónea del paciente.

Si una vacuna demuestra su eficacia y la enfermedad supone una amenaza para la población, no sería ético no administrarla. Para la mayoría de las personas, las vacunas ofrecen una protección segura y eficaz contra las enfermedades, con un riesgo muy bajo de efectos secundarios adversos. En el caso de las pocas personas para las que la vacunación está médicamente contraindicada, podemos evitar que se expongan a las graves consecuencias de la enfermedad con un coste muy bajo para los muchos de nosotros que sí podemos vacunarnos. Vacunarse es una decisión que puedes tomar por el bien de aquellos que no pueden inmunizarse contra las enfermedades.

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