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Cuando se trata de vacunas, ¿por qué se habla de "preocupación por la seguridad"?

Se induce el miedo presentando las vacunas como un problema de seguridad general (por ejemplo, vacunas defectuosas).

Suele haber dos tipos de miedo a la vacunación, que tienden a ser mucho mayores que los riesgos reales que implica. Se ha demostrado que ambos tipos de miedo causan renuencia hacia las vacunas.

1) Temores relacionados con sufrir efectos secundarios, sean o no plausibles. Por ejemplo:

  • Autismo.
  • Cáncer.
  • Enfermedades autoinmunes.
  • Afecciones del neurodesarrollo.
  • Muerte.

Estos temores pueden derivarse o magnificarse si las personas perciben que las vacunas tienen ingredientes tóxicos. Algunos de los comúnmente mencionados son:

  • Formaldehído.
  • Glicerina.
  • Timerosal.
  • Aluminio.

2) Miedo al procedimiento de vacunación en sí, como el miedo a las agujas.

Este tema recoge la necesidad de que las vacunas sean 100% seguras, totalmente libres de riesgo. A menudo se expresa apelando a probabilidades exageradas o distorsionadas de efectos secundarios, especialmente graves. A veces se menciona la creencia en vacunas defectuosas, según la cual algunos lotes de vacunas se perciben como más propensos a inducir efectos secundarios. En general, los argumentos de este tema inducen al miedo al presentar las vacunas como un problema de seguridad.

¿Qué hay de verdad en ello?

Aunque pueden suceder, los efectos secundarios graves tras la vacunación son muy poco frecuentes. Por ejemplo, si un millón de personas se vacunan, cabe esperar que una persona sufra una reacción alérgica grave conocida como "anafilaxia". Es importante que todo el mundo conozca los posibles riesgos de las vacunas y la probabilidad de que se produzcan.

¿Qué podría decirle a alguien con esta creencia?

El diálogo entre pacientes y profesionales sanitarios resulta más productivo si se basa en la empatía, ofreciendo al paciente la oportunidad de afirmar las razones que subyacen a sus creencias y expresando comprensión respecto a ellas. Debido a ello, es importante comprender las raíces actitudinales que subyacen a las opiniones que manifiestan las personas. Afirmar la raíz actitudinal subyacente de una persona no significa que tengamos que estar de acuerdo con los detalles de sus argumentos. Por ejemplo, podemos reconocer que:

Aunque pueden suceder, los efectos secundarios graves tras la vacunación son muy poco frecuentes. Por ejemplo, si un millón de personas se vacunan, cabe esperar que una persona sufra una reacción alérgica grave conocida como "anafilaxia". Es importante que todo el mundo conozca los posibles riesgos de las vacunas y la probabilidad de que se produzcan.



Una vez hayamos generado un contexto propicio mediante esta afirmación parcial, podemos proceder a corregir la creencia errónea del paciente.

La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) sólo aprueba vacunas que hayan sido sometidas a rigurosas pruebas de seguridad. Los organismos reguladores las supervisan continuamente todo el tiempo.

Miles de millones de personas han sido inmunizadas de forma segura contra muchas enfermedades prevenibles mediante vacunación. La gente puede notificar todo lo que considere como efectos secundarios a través de los respectivos sistemas nacionales de notificación. Puede que no todos ellos se deban realmente a la vacunación, pero esto permite a los organismos reguladores controlar los datos y publicar periódicamente informes actualizaciones sobre seguridad.

Gracias a estos datos públicos y a la investigación, sabemos que los principales efectos secundarios de la vacunación son fiebre leve y dolor o enrojecimiento en el lugar de la inyección, los cuales suelen desaparecer en pocos días. Los efectos secundarios graves son extremadamente raros.

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