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Expectativas imposibles: No debemos aceptar nada que no sea eficaz al 100%.
El relativismo epistemológico, o la "visión relativista acerca de cómo obtenemos conocimiento", es un punto de vista filosófico según el cual las convenciones sociales determinarían los hechos científicos. Según este punto de vista, los hechos son subjetivos y se basan en el contexto histórico, las normas sociales y culturales, y los criterios individuales. En consecuencia, el conocimiento objetivo sería una aspiración sin sentido. Varias formas de relativismo epistemológico han sido relacionadas con la renuencia a la vacunación.
Para algunas personas, el relativismo implica que las evidencias científicas y las experiencias subjetivas tienen el mismo valor al generar conocimiento, o incluso que las experiencias personales deben tener más peso que los resultados obtenidos por la investigación científica. Algunas expresiones comunes de relativismo son:
Este tema incluye razonamientos erróneos como:
Afirmar que las observaciones aisladas son evidencias de calidad o una forma de obtener evidencias de calidad.
Es normal tener preguntas y dudas sobre los tratamientos médicos y cómo pueden afectarnos. A todos nos gustaría que los tratamientos médicos fueran eficaces para todas las personas y en todas las condiciones, pero no se puede garantizar que las vacunas, como cualquier otro producto médico, sean seguras y eficaces al 100%. A veces es difícil enfrentarse a la incertidumbre, de modo que el miedo y la aversión son perfectamente comprensibles.
El diálogo entre pacientes y profesionales sanitarios resulta más productivo si se basa en la empatía, ofreciendo al paciente la oportunidad de afirmar las razones que subyacen a sus creencias y expresando comprensión respecto a ellas. Debido a ello, es importante comprender las raíces actitudinales que subyacen a las opiniones que manifiestan las personas. Afirmar la raíz actitudinal subyacente de una persona no significa que tengamos que estar de acuerdo con los detalles de sus argumentos. Por ejemplo, podemos reconocer que:
Es normal tener preguntas y dudas sobre los tratamientos médicos y cómo pueden afectarnos. A todos nos gustaría que los tratamientos médicos fueran eficaces para todas las personas y en todas las condiciones, pero no se puede garantizar que las vacunas, como cualquier otro producto médico, sean seguras y eficaces al 100%. A veces es difícil enfrentarse a la incertidumbre, de modo que el miedo y la aversión son perfectamente comprensibles.
Si esperamos a tener una absoluta certeza de seguridad, nunca haremos nada en la vida. Imaginemos que nos negáramos a subir a un coche a menos que el conductor pudiera demostrar al 100% que no tendremos un accidente.
Aunque las vacunas no son eficaces al 100%, sus beneficios superan con creces sus posibles efectos adversos. Del mismo modo, muchos otros tratamientos que damos por sentados tampoco son eficaces al 100% (por ejemplo, cuando tomamos ibuprofeno para un dolor de cabeza), pero tenemos suficiente certeza de que nos ayudará.
Casi nada en esta vida es seguro al 100% y el miedo a padecer efectos secundarios graves puede llevarnos a ver conexiones inexistentes entre vacunas y sucesos extremadamente poco probables. Sin embargo, las instituciones encargadas de la salud pública y los investigadores independientes disponen de sistemas de seguimiento muy fiables para rastrear todos los posibles efectos secundarios de las vacunas, utilizando estadísticas muy potentes y teniendo en cuenta muchas causas potenciales.
Información adicional:
Referencias académicas