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Argumentos generales que presentan la vacunación como innecesaria, redundante o sin importancia.
A menudo, las personas tienen una concepción distorsionada del riesgo que ellas mismas u otras personas corren a causa de una enfermedad, puediendo percibir erróneamente que el riesgo de una enfermedad es bajo o intrascendente. Esto puede motivarlos a creer que no necesitan una vacuna o que los inconvenientes superan los beneficios. Se ha comprobado que una percepción errónea del riesgo de enfermedad está relacionada con actitudes reticentes hacia la vacunación.
El propio éxito de las vacunas es una de las razones por las que la gente tiende a subestimar el riesgo de las enfermedades. Es fácil pensar erróneamente que el riesgo de una enfermedad prevenible es bajo cuando pocas personas, o ninguna, la padecen.
Este tema afirma que las vacunas (o la medicina y los médicos) son innecesarias, redundantes o irrelevantes. En algunos casos, puede deberse a que la gente no comprende por qué es necesaria la vacunación o a la percepción de que otros problemas sociales son más importantes y, en consecuencia, las vacunas serían una prioridad menor o una distracción innecesaria.
Dado que la mayoría de la gente no tiene contacto habitual con las enfermedades que previene la vacunación, es posible que no tema estas enfermedades. Puede resultar difícil ver la importancia real de las vacunas si no se tiene experiencia directa con las enfermedades que previenen. La gente también tiene muchos otros problemas en sus vidas, los cuales a menudo tienen prioridad sobre vacunarse. Puede resultar incómodo ir a vacunarse, sobre todo si hay problemas logísticos.
El diálogo entre pacientes y profesionales sanitarios resulta más productivo si se basa en la empatía, ofreciendo al paciente la oportunidad de afirmar las razones que subyacen a sus creencias y expresando comprensión respecto a ellas. Debido a ello, es importante comprender las raíces actitudinales que subyacen a las opiniones que manifiestan las personas. Afirmar la raíz actitudinal subyacente de una persona no significa que tengamos que estar de acuerdo con los detalles de sus argumentos. Por ejemplo, podemos reconocer que:
Dado que la mayoría de la gente no tiene contacto habitual con las enfermedades que previene la vacunación, es posible que no tema estas enfermedades. Puede resultar difícil ver la importancia real de las vacunas si no se tiene experiencia directa con las enfermedades que previenen. La gente también tiene muchos otros problemas en sus vidas, los cuales a menudo tienen prioridad sobre vacunarse. Puede resultar incómodo ir a vacunarse, sobre todo si hay problemas logísticos.
Las vacunas protegen contra enfermedades y dolencias graves. En el peor de los casos, estas enfermedades pueden tener consecuencias fatales, provocando discapacidad y muerte.
Antes de la introducción de la vacuna, en fecha tan reciente como 1980, el sarampión causaba más de 2,6 millones de muertes a nivel mundial. En 2006, aproximadamente 290 000 personas murieron de tétanos a nivel mundial.
Hasta la fecha, las vacunas contra la polio han salvado a 19 millones de personas de la parálisis y a 1,5 millones de personas de morir a causa de esta enfermedad. El número de casos de polio en el mundo se ha reducido en un 99,9% en comparación con la década de 1980.
La gente tiene mayor esperanza de vida gracias a las vacunas. Nos ayudan a sobrevivir.
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Referencias académicas