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Cuando se trata de vacunas, ¿por qué se habla de "oportunismo"?

Preferencia por aprovechar la inmunidad de grupo en lugar de vacunarse.

Vacunarse es un acto prosocial que no se limita a la protección del individuo, sino también a la totalidad de su comunidad a través de la inmunidad de grupo. Si casi todo el mundo se vacunara para conseguir la inmunidad de grupo, sería posible que un individuo intentara "aprovecharse" de los demás miembros de la comunidad.

Las personas pueden percibir que es posible beneficiarse de la disposición de los demás a vacunarse sin incurrir ellas mismas en los inconvenientes o el pequeño riesgo de efectos secundarios. Estudios científicos, tanto experimentales como observacionales, han documentado la incidencia de este tipo de conducta.

Aquellos que consideran aprovecharse de la inmunidad de grupo pueden justificar su decisión apelando a sus intereses personales y los de sus hijos, teniendo así una interpretación individualista y competitiva de la sociedad, de modo que cada cual debe velar únicamente por sí mismo.

Pese a que las personas que defienden estos argumentos aceptan que no vacunarse conlleva un riesgo y que la inmunidad de grupo es importante para protegernos contra las enfermedades, quieren beneficiarse de la inmunidad de grupo sin necesidad de recibir la vacunas. De este modo, prefieren que sean otros los que asuman el pequeño riesgo de la vacunación para conseguir la inmunidad de grupo, en lugar de ellos o sus hijos.

Estos argumentos suelen ser formulados en el contexto de la vacunación infantil, rechazando la idea de que uno deba vacunarse para proteger a los demás. Por ejemplo:

  • "Dar prioridad a mi hijo".
  • "Poner a mi hijo en primer lugar".
  • "Cumplir con mi deber hacia mi hijo por encima de la comunidad".

¿Qué hay de verdad en ello?

Es comprensible, y muy humano, que la principal prioridad de las personas sean ellas mismas y sus seres queridos. Siempre existe la tentación para cualquier individuo que sean otros quienes asuman la responsabilidad de protegerlo y obtener el beneficio de la inmunidad de grupo. Es difícil para cualquiera tomar decisiones que parecen que sólo van a beneficiar a otros.

¿Qué podría decirle a alguien con esta creencia?

El diálogo entre pacientes y profesionales sanitarios resulta más productivo si se basa en la empatía, ofreciendo al paciente la oportunidad de afirmar las razones que subyacen a sus creencias y expresando comprensión respecto a ellas. Debido a ello, es importante comprender las raíces actitudinales que subyacen a las opiniones que manifiestan las personas. Afirmar la raíz actitudinal subyacente de una persona no significa que tengamos que estar de acuerdo con los detalles de sus argumentos. Por ejemplo, podemos reconocer que:

Es comprensible, y muy humano, que la principal prioridad de las personas sean ellas mismas y sus seres queridos. Siempre existe la tentación para cualquier individuo que sean otros quienes asuman la responsabilidad de protegerlo y obtener el beneficio de la inmunidad de grupo. Es difícil para cualquiera tomar decisiones que parecen que sólo van a beneficiar a otros.



Una vez hayamos generado un contexto propicio mediante esta afirmación parcial, podemos proceder a corregir la creencia errónea del paciente.

Al no vacunarnos, estamos comprometiendo también nuestra seguridad individual. Las vacunas ayudan a reducir la posibilidad de contraer una enfermedad, pero también reducen la posibilidad de enfermar gravemente. Si se convierte en norma que todo el mundo intente beneficiarse de la inmunidad de grupo sin vacunarse, acabaríamos por no vacunar a suficientes personas para alcanzar la inmunidad colectiva, o la alcanzaríamos tras un largo período de tiempo. Esto implicaría que todos seguiríamos corriendo el riesgo de contraer la enfermedad. Así que, en realidad, nos conviene aprovechar la oportunidad de vacunarnos a fin de reducir nuestro propio riesgo.

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