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Cuando se trata de vacunas, ¿por qué se habla de "tradicionalismo"?

La adhesión a la propia tradición cultural es considerada como más importante que la vacunación.

Se sabe que las inclinaciones ideológicas influyen en la actitud de las personas hacia los descubrimientos científicos que tienen una carga política, y la vacunación se ha politizado en muchos países.

Un gran número de investigaciones ha establecido que, a nivel mundial, las personas con opiniones políticas de derechas son más propensas a rechazar los descubrimientos científicos que las personas de izquierdas. En el caso de las vacunas, la asociación tiende a ser pequeña y se manifiesta de diversas maneras.

La oposición a las vacunas en los países europeos, incluida España, está relacionada con el nacionalismo, el populismo de derechas y las visiones individualistas y jerárquicas del mundo. La oposición a la vacunación por motivos políticos puede agudizarse especialmente en el caso de la vacunación obligatoria.

Este tema afirma que la vacunación es incompatible con determinadas culturas que hacen hincapié en las prácticas tradicionales. La vacunación es percibida como algo ajeno a la comunidad y que se aparta de sus creencias culturales. Las personas ajenas a la cultura se ven a menudo como un grupo externo claramente diferenciado y habitualmente menos sano.

¿Qué hay de verdad en ello?

Muchas de nuestras tradiciones estructuran y dan sentido a la manera en la que actuamos y nos identificamos, por lo que forman parte de lo que somos. Las personas tienen derecho a que los profesionales sanitarios tengan en cuenta sus tradiciones y a ser tratadas con respeto independientemente de su origen cultural.

¿Qué podría decirle a alguien con esta creencia?

El diálogo entre pacientes y profesionales sanitarios resulta más productivo si se basa en la empatía, ofreciendo al paciente la oportunidad de afirmar las razones que subyacen a sus creencias y expresando comprensión respecto a ellas. Debido a ello, es importante comprender las raíces actitudinales que subyacen a las opiniones que manifiestan las personas. Afirmar la raíz actitudinal subyacente de una persona no significa que tengamos que estar de acuerdo con los detalles de sus argumentos. Por ejemplo, podemos reconocer que:

Muchas de nuestras tradiciones estructuran y dan sentido a la manera en la que actuamos y nos identificamos, por lo que forman parte de lo que somos. Las personas tienen derecho a que los profesionales sanitarios tengan en cuenta sus tradiciones y a ser tratadas con respeto independientemente de su origen cultural.



Una vez hayamos generado un contexto propicio mediante esta afirmación parcial, podemos proceder a corregir la creencia errónea del paciente.

Casi todas las creencias y prácticas tradicionales son compatibles con la inmunización contra una enfermedad peligrosa: tener un estilo de vida tradicional no implica en absoluto poner en peligro nuestra vida y la de los demás, especialmente la de quienes pertenecen a grupos de riesgo o se adhieren a otras tradiciones. Además, las tradiciones no son sagradas, inmutables o intrínsecamente buenas; cambian constantemente para adaptarse a nuestras necesidades y estándares éticos. Pensemos en todas las tradiciones que han cambiado a lo largo de nuestra vida en favor de prácticas más sanas (por ejemplo, fumar delante de los niños o conducir sin cinturón de seguridad). Debemos mantenernos con vida si queremos, a su vez, mantener con vida nuestras tradiciones.

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