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Cuando se trata de vacunas, ¿por qué se habla de "riesgo de toxicidad"?

Las vacunas contaminan el cuerpo humano con toxinas, metales pesados y virus, o alteran el ADN.

Suele haber dos tipos de miedo a la vacunación, que tienden a ser mucho mayores que los riesgos reales que implica. Se ha demostrado que ambos tipos de miedo causan renuencia hacia las vacunas.

1) Temores relacionados con sufrir efectos secundarios, sean o no plausibles. Por ejemplo:

  • Autismo.
  • Cáncer.
  • Enfermedades autoinmunes.
  • Afecciones del neurodesarrollo.
  • Muerte.

Estos temores pueden derivarse o magnificarse si las personas perciben que las vacunas tienen ingredientes tóxicos. Algunos de los comúnmente mencionados son:

  • Formaldehído.
  • Glicerina.
  • Timerosal.
  • Aluminio.

2) Miedo al procedimiento de vacunación en sí, como el miedo a las agujas.

Este tema incluye el miedo a que el cuerpo se contamine con los componentes tóxicos que supuestamente tienen las vacunas. Algunos componentes comunes que la gente teme son:

  • Aditivos.
  • Mercurio.
  • Impurezas.
  • Adyuvantes.
  • Virus activos.
  • Material genético adicional o células mutadas que alterarán el propio ADN.

¿Qué hay de verdad en ello?

Es normal tener preguntas y dudas sobre los tratamientos médicos. La gente debe poder hacer preguntas sobre cuáles son los componentes y cómo pueden afectar al propio organismo. En el pasado, algunos tratamientos médicos no se probaron adecuadamente, por lo que estas preocupaciones son razonables. Es comprensible querer garantías de que los componentes de las vacunas son seguras y de que existen normas estrictas para los protocolos de investigación.

¿Qué podría decirle a alguien con esta creencia?

El diálogo entre pacientes y profesionales sanitarios resulta más productivo si se basa en la empatía, ofreciendo al paciente la oportunidad de afirmar las razones que subyacen a sus creencias y expresando comprensión respecto a ellas. Debido a ello, es importante comprender las raíces actitudinales que subyacen a las opiniones que manifiestan las personas. Afirmar la raíz actitudinal subyacente de una persona no significa que tengamos que estar de acuerdo con los detalles de sus argumentos. Por ejemplo, podemos reconocer que:

Es normal tener preguntas y dudas sobre los tratamientos médicos. La gente debe poder hacer preguntas sobre cuáles son los componentes y cómo pueden afectar al propio organismo. En el pasado, algunos tratamientos médicos no se probaron adecuadamente, por lo que estas preocupaciones son razonables. Es comprensible querer garantías de que los componentes de las vacunas son seguras y de que existen normas estrictas para los protocolos de investigación.



Una vez hayamos generado un contexto propicio mediante esta afirmación parcial, podemos proceder a corregir la creencia errónea del paciente.

La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) sólo aprueba vacunas que han sido sometidas a rigurosas pruebas de seguridad, incluidas pruebas de todos los componentes de las vacunas.

Las vacunas sólo contienen trazas de las sustancias químicas necesarias para que la vacuna pueda entrenar la respuesta inmunitaria del organismo. A menudo nos encontramos con estas sustancias químicas en cantidades igualmente pequeñas todos los días. No es la presencia de la sustancia química, sino su cantidad lo que determina si es perjudicial.

Por ejemplo, utilizamos dosis seguras de flúor en la pasta de dientes y de cloro en las piscinas. Incluso alimentos como los plátanos contienen potasio. Ninguno de ellos es perjudicial a menos que los ingiramos en grandes cantidades.

Las vacunas que utilizan ARNm sólo dan instrucciones a nuestras células para entrenarlas a desarrollar con seguridad la protección contra la enfermedad. El ARNm de una vacuna nunca entra en el núcleo de la célula, que es donde se guarda nuestro ADN. Esto significa que el ARNm no puede afectar a nuestro ADN ni interactuar con él en modo alguno.

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