Búsqueda rápida

Cuando se trata de vacunas, ¿por qué se habla de que "la enfermedad es leve"?

Las enfermedades se perciben como leves o incluso positivas para el desarrollo del niño y el sistema inmunitario.

A menudo, las personas tienen una concepción distorsionada del riesgo que ellas mismas u otras personas corren a causa de una enfermedad, puediendo percibir erróneamente que el riesgo de una enfermedad es bajo o intrascendente. Esto puede motivarlos a creer que no necesitan una vacuna o que los inconvenientes superan los beneficios. Se ha comprobado que una percepción errónea del riesgo de enfermedad está relacionada con actitudes reticentes hacia la vacunación.

El propio éxito de las vacunas es una de las razones por las que la gente tiende a subestimar el riesgo de las enfermedades. Es fácil pensar erróneamente que el riesgo de una enfermedad prevenible es bajo cuando pocas personas, o ninguna, la padecen.

Este tema desestima la gravedad de la enfermedad. Los argumentos pueden basarse en las siguientes ideas:

  • No es peligrosa.
  • Tiene bajo riesgo de complicaciones.
  • Es sólo una infección menor.
  • Es positivo para el desarrollo infantil y el sistema inmunitario.

En general, la enfermedad no se percibe como un problema sanitario que justifique la vacunación.

¿Qué hay de verdad en ello?

Dado que la mayoría de las personas no tienen contacto habitual con las enfermedades para las cuales la vacunación nos ofrece protección, es posible que no sientan temor por ellas. Las personas también experimentan las enfermedades de forma diferente, pero tienden a pensar que su experiencia personal de la enfermedad es la norma. Así, alguien que haya experimentado una versión leve de la enfermedad puede pensar que también será leve para los demás.

¿Qué podría decirle a alguien con esta creencia?

El diálogo entre pacientes y profesionales sanitarios resulta más productivo si se basa en la empatía, ofreciendo al paciente la oportunidad de afirmar las razones que subyacen a sus creencias y expresando comprensión respecto a ellas. Debido a ello, es importante comprender las raíces actitudinales que subyacen a las opiniones que manifiestan las personas. Afirmar la raíz actitudinal subyacente de una persona no significa que tengamos que estar de acuerdo con los detalles de sus argumentos. Por ejemplo, podemos reconocer que:

Dado que la mayoría de las personas no tienen contacto habitual con las enfermedades para las cuales la vacunación nos ofrece protección, es posible que no sientan temor por ellas. Las personas también experimentan las enfermedades de forma diferente, pero tienden a pensar que su experiencia personal de la enfermedad es la norma. Así, alguien que haya experimentado una versión leve de la enfermedad puede pensar que también será leve para los demás.



Una vez hayamos generado un contexto propicio mediante esta afirmación parcial, podemos proceder a corregir la creencia errónea del paciente.

Las vacunas protegen contra enfermedades y dolencias graves. En el peor de los casos, estas enfermedades pueden tener consecuencias fatales, provocando discapacidad y muerte.

Antes de la introducción de la vacuna, en fecha tan reciente como 1980, el sarampión causaba más de 2,6 millones de muertes a nivel mundial. En 2006, aproximadamente 290 000 personas murieron de tétanos a nivel mundial.

Hasta la fecha, las vacunas contra la polio han salvado a 19 millones de personas de la parálisis y a 1,5 millones de personas de morir a causa de esta enfermedad. El número de casos de polio en el mundo se ha reducido en un 99,9% en comparación con la década de 1980.

La gente tiene mayor esperanza de vida gracias a las vacunas. Nos ayudan a sobrevivir.

es_ESSpanish