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Cuando se trata de vacunas, ¿por qué se habla de "contraindicaciones"?

Rechazo debido a condiciones preexistentes (por ejemplo, alergias, embarazo y edad).

Suele haber dos tipos de miedo a la vacunación, que tienden a ser mucho mayores que los riesgos reales que implica. Se ha demostrado que ambos tipos de miedo causan renuencia hacia las vacunas.

1) Temores relacionados con sufrir efectos secundarios, sean o no plausibles. Por ejemplo:

  • Autismo.
  • Cáncer.
  • Enfermedades autoinmunes.
  • Afecciones del neurodesarrollo.
  • Muerte.

Estos temores pueden derivarse o magnificarse si las personas perciben que las vacunas tienen ingredientes tóxicos. Algunos de los comúnmente mencionados son:

  • Formaldehído.
  • Glicerina.
  • Timerosal.
  • Aluminio.

2) Miedo al procedimiento de vacunación en sí, como el miedo a las agujas.

Este tema engloba el temor a padecer una enfermedad específica que se vería agravada al vacunarse. A menudo se plantean argumentos sobre contraindicaciones en casos en los que en realidad no existen. Por ejemplo, la gente puede percibir que la vacunación es generalmente desaconsejable en los siguientes casos:

  • Alergias en general.
  • Embarazo.
  • Niños.
  • Haber recibido otra vacuna.
  • Dolencias preexistentes.

¿Qué hay de verdad en ello?

Existen contraindicaciones para la vacunación y los profesionales de la salud deben tenerla en cuenta. Por lo tanto, es aconsejable que la gente pregunte en caso de tener alguna condición preexistente que podría ser preocupante. Es normal tener dudas sobre cómo puede interactuar cualquier tratamiento médico con las afecciones que uno padece y buscar certezas al respecto.

¿Qué podría decirle a alguien con esta creencia?

El diálogo entre pacientes y profesionales sanitarios resulta más productivo si se basa en la empatía, ofreciendo al paciente la oportunidad de afirmar las razones que subyacen a sus creencias y expresando comprensión respecto a ellas. Debido a ello, es importante comprender las raíces actitudinales que subyacen a las opiniones que manifiestan las personas. Afirmar la raíz actitudinal subyacente de una persona no significa que tengamos que estar de acuerdo con los detalles de sus argumentos. Por ejemplo, podemos reconocer que:

Existen contraindicaciones para la vacunación y los profesionales de la salud deben tenerla en cuenta. Por lo tanto, es aconsejable que la gente pregunte en caso de tener alguna condición preexistente que podría ser preocupante. Es normal tener dudas sobre cómo puede interactuar cualquier tratamiento médico con las afecciones que uno padece y buscar certezas al respecto.



Una vez hayamos generado un contexto propicio mediante esta afirmación parcial, podemos proceder a corregir la creencia errónea del paciente.

La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) sólo aprueba vacunas que han sido sometidas a rigurosas pruebas de seguridad en base a grandes muestras de pacientes. Cada vez es más común que estas pruebas incluyan poblaciones específicas para asegurarse de que las vacunas también son seguras para ellas (por ejemplo, mujeres embarazadas, niños y personas alérgicas).

Hay algunos casos en los que las vacunas pueden estar contraindicadas para una persona, pero los profesionales sanitarios deben comprobar siempre si este es el caso antes de recomendar la vacunación. Estas decisiones deben ajustarse a las directrices para la administración segura de las vacunas.

Padecer una enfermedad no significa necesariamente que uno no pueda vacunarse. Siempre hay que comprobarlo, porque no vacunarse significa enfrentarse a los riesgos de un enfermedad causada por una infección.

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