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Cuando se trata de vacunas, ¿por qué se habla de "encubrimiento gubernamental"?

Las autoridades sanitarias y las empresas conspiran para ocultar información importante al público.

En general, las teorías de la conspiración tienden a ser más prominentes cuando la gente se siente amenazada o teme perder el control sobre su situación. Estas teorías permiten a la gente hacer frente a los acontecimientos que resultan amenazadores, centrando la culpa en un determinado grupo de presuntos conspiradores.

No todos aquellos que expresan retórica conspirativa creen firmemente en una conspiración bien definida. En ocasiones, las teorías de la conspiración son utilizadas como herramienta retórica para eludir conclusiones inconvenientes. Por ejemplo, algunas personas aludirán a una conspiración entre científicos a fin de justificar su oposición a un consenso científico, como el cambio climático, pero las mismas personas no expresarán una teoría de la conspiración equivalente respecto a un consenso científico que sea compatible con sus actitudes personales. En general, resulta más sencillo contraargumentar con personas que adoptan la retórica conspirativa únicamente por conveniencia.

Sin embargo, algunos individuos están profundamente comprometidos con sus creencias conspirativas, las cuales podrían haber sido integradas en su identidad personal. Desacreditar las creencias de estas personas comprometidas resulta mucho más difícil, dado que mostrarán mayor convicción y adhesión a la teoría de la conspiración en cuestión.

La creencia en múltiples conspiraciones (por ejemplo, que la COVID-19 es un engaño y que el gobierno miente sobre los datos de fallecidos a causa de la vacunación) constituye un buen indicador de que las creencias conspirativas se encuentran profundamente arraigadas. Además, las personas que son creyentes comprometidos también tienden a mostrar otras actitudes características asociadas. Por ejemplo, las personas con un alto nivel de narcisismo son más propensas a creer en teorías de la conspiración, al igual que aquellos propensos al pensamiento mágico (por ejemplo, experiencias sobrenaturales) y al maquiavelismo, el cual suele involucrar un bajo nivel de confianza interpersonal. 

Las variables que impulsan la creencia en teorías de la conspiración tienden a ser de naturaleza emocional y giran en torno a los miedos y la sensación de pérdida de control.

Este tema consiste en afirmaciones acerca de figuras de autoridad (generalmente gobiernos, pero también empresas farmacéuticas, médicos, organizaciones sanitarias o medios de comunicación) conspirando con el fin de mentir, encubrir u ocultar al público información importante sobre los peligros de las vacunas.

Los argumentos conspiracionistas en torno al encubrimiento de información a menudo (aunque no siempre) se refieren a un ánimo de lucro oculto, relacionado con la denominada "Big Pharma", según el cual las autoridades ocultarían al público sus vínculos con las empresas farmacéuticas. Sin embargo, estos argumentos conspiracionistas también presentarse sin menciones explícitas al ánimo de lucro.

¿Qué hay de verdad en ello?

Las conspiraciones reales existen. Volkswagen conspiró para engañar en las pruebas de emisiones de sus motores diésel. La Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos espió en secreto a usuarios civiles de internet. Estas conspiraciones reales suelen ser reveladas por informadores o medios de comunicación dedicados a la investigación y al pensamiento crítico. El pensamiento crítico es una habilidad muy importante y todos deberíamos estar abiertos a posibles pruebas que apunten a una conspiración.

¿Qué podría decirle a alguien con esta creencia?

El diálogo entre pacientes y profesionales sanitarios resulta más productivo si se basa en la empatía, ofreciendo al paciente la oportunidad de afirmar las razones que subyacen a sus creencias y expresando comprensión respecto a ellas. Debido a ello, es importante comprender las raíces actitudinales que subyacen a las opiniones que manifiestan las personas. Afirmar la raíz actitudinal subyacente de una persona no significa que tengamos que estar de acuerdo con los detalles de sus argumentos. Por ejemplo, podemos reconocer que:

Las conspiraciones reales existen. Volkswagen conspiró para engañar en las pruebas de emisiones de sus motores diésel. La Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos espió en secreto a usuarios civiles de internet. Estas conspiraciones reales suelen ser reveladas por informadores o medios de comunicación dedicados a la investigación y al pensamiento crítico. El pensamiento crítico es una habilidad muy importante y todos deberíamos estar abiertos a posibles pruebas que apunten a una conspiración.



Una vez hayamos generado un contexto propicio mediante esta afirmación parcial, podemos proceder a corregir la creencia errónea del paciente.

Los organismos que asesoran al gobierno sobre la seguridad de las vacunas están compuestos por expertos independientes que no se encuentran bajo control gubernamental. En muchos países, como Estados Unidos, los órganos consultivos deliberan en público y cualquiera puede seguir sus sesiones en YouTube.

Además, todos los efectos secundarios de las vacunas se notifican y rastrean. En muchos países, estos sitios de notificación son públicos y están abiertos a todo el mundo. En España, por ejemplo, existe el Sistema Español de Farmacovigilancia de Medicamentos de Uso Humano (SEFV-H).

Las agencias reguladoras se toman muy en serio cualquier potencial problema de seguridad. Pueden incluso suspender la administración de una vacuna, como ocurrió en 2021 en los grupos de edad más jóvenes en el Reino Unido con la vacuna de AstraZeneca contra la COVID-19.

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MISINFORMATION & Ideación conspirativa

En general, las teorías de la conspiración tienden a ser más prominentes cuando la gente se siente amenazada o teme perder el control sobre su situación. Estas teorías permiten a la gente hacer frente a los acontecimientos que resultan amenazadores, centrando la culpa en un determinado grupo de presuntos conspiradores.

 

Not everyone who engages in conspiratorial rhetoric is a firm believer in a conspiracy. Sometimes conspiracy theories are deployed as a rhetorical tool to escape inconvenient conclusions. For example, some people selectively appeal to a conspiracy among scientists to explain away a scientific consensus they oppose, such as climate change, but the same people will not do so when a scientific consensus is of no relevance to their personal attitudes. In general, debunking is easier with individuals who deploy conspiratorial rhetoric only for convenience.

 

However, some individuals are deeply committed to their conspiratorial beliefs, which may have become part of their identity. Debunking is much more challenging with those committed individuals. People who are committed believers tend to be devoted to more than one conspiracy theory. Belief in multiple conspiracies (that COVID is a hoax y that the government is hiding people killed by the vaccine) is therefore a good indicator of beliefs that are probably deeply held. In addition, people who are committed believers also tend to exhibit other diagnostic attitudes and attributes. For example, people high on narcissism are more likely to believe in conspiracy theories, as are people who engage in magical thinking (e.g., claim to have experience with the supernatural) and are high in Machiavellianism (and hence low in trust). The variables that drive belief in conspiracy theories tend to be emotional in nature and revolved around fears and a sense of loss of control.